Ya no veré otra mañana
las huellas del lobo
que ha ululado en la nieve
en la noche mi voz como la suya
apenas roza las puertas
Gretta tu puerta es un templo
vacío como la luz
yo camino canto al aire
con el tiempo de los fugitivos
y atravieso el bosque los campos helados
donde todos los muertos
me acompañan en tu alabanza
Gretta quedará la victoria
de este cuerpo o el amor
la salpicadura magnífica
de lo que se extingue.
Qué potencia la de este poema!
ResponderEliminarNo conocía a M. Furey. Gracias.
Me encantó.
Está precioso tu blog: te felicito. Me encantó todo lo que me contaste en el mío. Ojalá tengas hermosas experiencias y coseches buenas amistades aquí y por siempre. Ese es mi deseo.
Nos seguimos escribiendo.
Te dejo un abrazo.
Que tengas un buen fin de semana.
Ah, feliz primavera!
¿Por qué la decadencia llega a ser tan seductora?
ResponderEliminarNo tanto la noche, sino el instante previo, el momento en que toda luz se extingue, como esa salpicadura.
De pronto me invade, como antes, el deseo de alguna vez escuchar las palabras de un agonizante.
Saludos desde la hoguera
Y ahora veo que no salió nada. Decía que la salpicadura evita el olvido de lo que se extingue...
ResponderEliminarUn saludo
Me quedó la duda con qué nombre comenté recién, porque comparto mi máquina.
ResponderEliminarUn saludo
hermoso poema lleno de sugerencias
ResponderEliminarOiga, la he leído. ¿De dónde salió usted? ¿Se entera de que es una reverenda capa? Usted da miedo, un poco de bronca y ganas. Voy a escribirle cartas.
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