viernes, 3 de mayo de 2013

Defiendo mi jaula



Defiendo mi jaula
porque no me miente:
su límite
no es la llave
sino el miedo
a la nube inagotable
a la pregunta sin confines
del afuera
que sin horror
y sin quejidos
soporta
la belleza
de su desmesura.
Defiendo mi jaula
porque a veces
me abandona
para que la sombra del miedo
se haga sombra de pájaro
o transparencia
absoluta.




Dentro del paisaje de vidrios estallados
a veces se anuncian
tiempos propicios:
Luces con tiempos
que se encienden
y se consumen
para volver a encenderse.
Todo sucede muy rápido
en el mundo innatural.
Pero los insectos y los ciclones
viven a espaldas de la historia
como el corazón dormido de un niño
que ha vuelto a olvidar su corazón
para poder soñar.
Sueña ahora con decir la verdad
sin decirla.
Hay una muerte
quizá una verdad
que no sé
ni hacia dónde mira
ni desde qué recuerdo nos llama.
¿Por qué pulveriza la voz del niño
el vértice de su sol
menos inútil que la vida
o el por qué de sus abismos?