viernes, 3 de mayo de 2013





Dentro del paisaje de vidrios estallados
a veces se anuncian
tiempos propicios:
Luces con tiempos
que se encienden
y se consumen
para volver a encenderse.
Todo sucede muy rápido
en el mundo innatural.
Pero los insectos y los ciclones
viven a espaldas de la historia
como el corazón dormido de un niño
que ha vuelto a olvidar su corazón
para poder soñar.
Sueña ahora con decir la verdad
sin decirla.
Hay una muerte
quizá una verdad
que no sé
ni hacia dónde mira
ni desde qué recuerdo nos llama.
¿Por qué pulveriza la voz del niño
el vértice de su sol
menos inútil que la vida
o el por qué de sus abismos?

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