miércoles, 5 de mayo de 2010

Allors...


... entonces tomó el cuadro, todavía desnuda, y abrió la puerta de la habitación para ir a dejarlo al otro extremo de la galería. Pequeñas gotas de agua se resistieron a la gravedad aferrándosele al cuerpo. Y se quedó ahí parada, casi desafiando a que alguien apareciera y le pidiera explicaciones. Octavio la miró con ojos de buitre, desde la puerta, también desnudo y mojado. Otra vez adentro de la habitación, Julia huracanada se sentó sobre la cama, como una indiecita en concilio. Afuera la presión barométrica. Octavio cerró con llave y la volvió a mirar, pero ahora con ojos de buey, y después de mandril, porque empezó a reírse a las carcajadas. Y Julia también sonrió, primero, y después dejó que la risa golpeara y se ensanchara, se hiciera cráter, amazonia: afuera los tallos matemáticos. Se taparon la boca porque de las carcajadas les entró miedo de que se cayeran más cuadros o pretextos o estrellas rojas del baño: afuera los maniquíes en carrera. Adentro un cielo negro a pleno día. Adentro dos pianolas con hipo. Afuera el tiempo jadeante. Adentro la eternidad, su horizonte de gallo ciego.

1 comentario:

  1. Te leo y veo el tiempo que nos ciñe y nuestras formas de detenerlo: habitaciones, amor, risas...quizá el hombre conjugue algo de todos los animales del mundo y eso se reproduzca en los ojos. En mi habitación no se caen los cuadros. Pero desnudo, descuelgo uno, cubro con él mis ojos, salgo a las escaleras y siento que las constantes del mundo cambian.

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