sábado, 30 de enero de 2010

Que el sol también aprenda





En este verano lento como la oscilación de un remolcador
el sol no deja herencia
sobre los hombros en ruina
las cabezas cesantes
los pródigos hermanos entre el arrullo del vino durmiendo
bajo la cartografía de los carteles luminosos

¿Ves ese ascensor industrial?

El chirrido de sus poleas se parece al de mis pensamientos
cuando carga palabras – contenedores de palabras
fardos de palabras

Pequeñas motas blancas sobre el atardecer
se anuncian como el moho
de los duraznos que nadie quiso

Algunos recordamos el suave deslizarse de otro tiempo
probablemente inexistente

el mar espejo de leche infinita
el Sur granero de libertad
pan y techo para cada quien
pan y techo
pan y techo

a esas y otras afirmaciones
que a veces repito como un retruécano
frente a la desolación

que el sol también aprenda
que prevalecerán.

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