domingo, 15 de agosto de 2010

Deux vies pour une seule mort


Mi casa y el silencio no son uno.

El silencio brota de algún lugar cercano a mi pecho. No lo puedo ver. No así. Porque el silencio también es blanco. Y no frío. Se siente en la quemazón prematura de los pensamientos. Como si las cosas por decir fueran los últimos soldados de una lejana retirada: viajan a paso rápido, asustan, y desaparecen.

Los árboles también callan hasta que su historia 

se lee en las vetas de sus corazones de leña.

Un día también se verán nuestras costillas, libres de corazón, blancas.

Mi casa es eso que el silencio llena.

2 comentarios:

  1. Palpar el rasguño del brote del silencio, enjugar la frente de los pensamientos que se queman...no sé por qué, quisiera darte un abrazo.

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